Creo que este recuerdo de infancia puede ser común a muchos españoles: el olor y el sabor del cocido del domingo, cuando tu madre tenía tiempo para cocinar y ponía en el fuego la olla grande para toda la familia.
El cocido es el plato que predomina en la gastronomía de toda la península, en multitud de variedades. El de mi tierra, El Bierzo, lleva siempre garbanzos, repollo y patatas, chorizo, panceta, carne fresca y el embutido estrella: el botillo. Se trata de una tripa rellena de costilla, rabo, a veces lengua de cerdo, adobado con sal, ajo y pimentón. Después de un ahumado concienzudo se deja secar durante un mes, más o menos. Para poder comerlo hay que cocerlo durante unas dos horas a fuego lento. Los otros ingredientes, empezando por los garbanzos, se van añadiendo en el agua de cocción según el tiempo que necesiten para estar blandos, pero no deshechos. Es un plato simple en el que todo el secreto consiste en llevar bien el ritmo.
La casa se llenaba de su olor. El sol invernal, muy bajo, entraba por todas las ventanas. Y de postre, había peras cocidas con vino y canela.
¿Y vosotros? ¿Tenéis un recuerdo de infancia relacionado con la comida? Podéis crear una entrada como esta para contar los sabores de vuestra infancia. ¡Recordad que todos podremos leerlos!

Para mí el mejor recuerdo de mi infancia son las grandes comidas que se hacian en verano a la casa de mis abuelos todos juntos. Se comian todos los platos tipicos como tortas de aceite y también el pescado que mis padres me obligaban a comer.
ResponderEliminarSí... las casas de los abuelos son siempre lugares míticos, llenos de escondites y de primos con los que se puede jugar a esconderse.
ResponderEliminarSiempre recuerdo el olor del dulce de manzanas que hacía mi abuela todos los domingos.
ResponderEliminarNormalmente mi abuela utilizaba manzanas de su huerto pero a veces las compraba a la tienda también.
El domingo, cuando me levantaba había un magnifíco olor de manzanas en toda la casa.
Mi abuela hacía este dulce para comerlo después de la comida, pero yo tenía el permiso de gustarlo antes. En efecto lo comía para desayunar. ¡Estaba muy rico!
¡Qué privilegio! ¿Eras la niña mimada de la abuela? ¡Dejarte probar el dulce antes que a todos los demás!
ResponderEliminarSí, lo era porque soy su única nieta.
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